10.11.08

Decidir o no decidir

Hay dos tipos de hombres en el mundo.

Los que no saben qué van a hacer, y los que ya lo están haciendo. Y es un desastre.

Para Julián, no existían estas opciones. Su vida estaba hecha de las encrucijadas más complejas e indescifrables. No había una luz en el fondo, o mejor dicho, había demasiadas luces en el fondo. Había recorrido uno a uno los lugares probables de su futuro, y todos estaban borrosos.

Podía ciertamente irse, marcharse lejos y no volver, pero era una incógnita. Podía, como era su costumbre, cambiar el esquema, sorprender a todos, y realizar algo arriesgado. Podía seguir con su vida normal, como si nada hubiera pasado. Pero ninguna opción era cien por ciento segura, ni cien por ciento factible, ni cien por ciento mala o buena.

Sin embargo, había llegado a un punto en su vida en el que tenía que escoger algo, lo que fuera, y tenía que decidirse ya o ya. Con la condición de saber de antemano que cualquier opción que quisiera estaba en suspenso por el momento y que, aunque fuera su decisión, Dios era un poquito más poderoso que él y que no le iba a dejar todo tan claro.

Julián tomó todo el valor y la voluntad, que no tenía en grandes cantidades precisamente, que tenía, y se aventó.

Miró de nuevo a la mujer que tenía en frente. Recordó una vez más por todo lo que había pasado. Pero ya su cuerpo mismo le exigía que dijera algo, no era ya la ambiguedad una opción. Tomó una gran bocanada de aire antes de hablar.

'Está bien, deme el paquete cinco con papas medianas, refresco chico sin hielos y un helado para llevar'

1 comentario:

  1. Estimado Diego

    Me parece familiar el asunto. Eso de tomar decisiones. ¿Por qué la vida inevitablemente tiene que ser una toma de decisiones cada instante? Esa es la complejidad de la cual somos privilegiados.
    Un abrazo compa.

    Alex

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